domingo, abril 15, 2007

Ley General de la Educación: un nuevo reality chileno

Justo cuando el tema de la educación, a propósito de la presentación del proyecto de la LGE, alcanzaba un cierto nivel de debate político interesante (el cual debería incluir a la sociedad en la discusión, elevando la participación y reconociendo la presencia de una ciudadanía inteligente), asistimos a la intervención de este proceso y su derivación hacia un nuevo "reality" medial. Bajo las banderas del lucro y la calidad de la educación emergen actores/personajes que interpretando el sentimiento social reorientan y manipulan el discurso escondiendo las debilidades y contradicciones del proyecto de ley y, resignifican las palabras involucradas en el discurso ofrecido.
El efecto medial es potente. Lo que piensa la gente no es importante sino lo que la acción medial pueda producir en el sentimiento general de las masas. Los personajes de la farándula empresarial y política se unen para
de/mostrar en sus facetas histriónicas un solo mensaje: la educación es un tema de los grupos que ejercen el poder en nuestro país. Así comienzan a sucederse las historietas (o comics) de la importante vida estudiantil de algunos, de las inteligencias alcanzadas por ciertos hijos de la PSU, de la sujeción de los destinos a la suerte o a un Dios, de la necesaria ecuación educación=dinero.
Detrás de todo esto, las manos ocultas de los administradores de la empresa globalizada, esperan como resultado, la apertura de nuevos cauces de negocios (o nichos de mercado) educacionales o, desde una perspectiva algo más conservadora, a lo menos, revertir el deterioro que las ganancias futuras puedan tener por efecto de la crisis del neocapitalismo actual.
Ya no es tiempo para sospechar buenas intenciones, como hace 16 años atrás, en los operadores nacionales de este nuevo reality.
La sospecha que tenemos es que lo que en definitiva va a pasar es que muchas de las promesas nuevamente no se cumplirán. Especialmente, creemos que la situación de crisis de la educación se mantendrá mientras no se produzcan transformaciones sistémicas en las dimensiones sociales y económicas que modifiquen el deterioro de la calidad de vida de las comunidades y las familias de los estudiantes y mientras, no se mejoren las condiciones laborales y climas organizacionales de la mayoría de los docentes.
Las desigualdades educativas son reflejos de injusticias sociales. El proyecto de ley debe ser analizado en esta dirección si consideramos que este es un argumento serio disponible para la participación de todos los actores involucrados y no sólo para tecnocratas y políticos autocentrados en sus obsesiones individuales.

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