jueves, junio 19, 2008

El reinado de la insensatez o la lucidez de un pueblo.

Hemos llegado a un momento en el que nos encontramos con una mayor claridad sobre los problemas que se significan en el actual conflicto sobre la educación. Las partes, se hayan incomunicadas y la acción desde las instancias de poder son más abiertas en sus estrategias encubiertas y al mismo tiempo de conflicto directo. Hemos pasado en pocos días desde un escenario político a uno policial, similar sino igual al tratamiento dado en tiempos blandos de dictadura. Si bien, se observa una cierta confianza de los agentes de poder sobre el control de los acontecimientos, el vacío político que se ha producido puede tener a mediano plazo, consecuencias para la convivencia del país.
Estableciendo procedimientos policiales represivos y selectivos, usando medios de comunicación productores de imaginarios sociales y creando escenarios virtuales de merchandising político (acuerdos y alianzas), los agentes de poder han evidenciado el fracaso de la acción de los tecnocratas y han decidido tomar posesión directa de las políticas educacionales y sociales para defender sus intereses corporativo-mercantiles y proceder a rectificar las anomalías internas que debilitan las posibilidades de mantener o acrecentar la concentración de la riqueza. El control sobre la difusión pública del uso real de recursos estatales en educación, la involucración de gerentes especialistas en el desmontaje y demolición de los sistemas de control tradicionales, la fuerza ejercida desde el gobierno hacia el parlamento (debilitando el juego de poderes públicos) y el tenor de la nueva ley en ciernes, indica nuevas claves de dominio en juego.
Este nuevo carácter del conflicto, denominado por los sectores sociales como "crisis de la educación" nos permite aventurar una tendencia a establecer nuevas condiciones restrictivas en el ejercicio de la ciudadanía de los actores educativos, en pos de mantener el control de grupos económicos en el sistema educacional. Por otra parte, la acción represiva de estos grupos, expresa el escaso margen de maniobra que les permite la actual coyuntura económica y el debate interno a sus filas sobre la crisis cultural en la que se ven envueltos por su avaricia (sin un sentido ético se manejan como animales).
La guerra como continuidad de la política por otros medios es una posibilidad en estos momentos. La clausura de negociaciones políticas posibles con actores sociales, la "toma de la Moneda" por parte de los agentes directamente involucrados en los "nuevos negocios", el debilitamiento progresivo y sistemático de la acción política por parte de los partidos políticos en juego, la restitución de cuotas de poder a sectores totalitarios que ven con buenos ojos una salida "neofascista", la concentración de la política social y educativa en torno al carácter represivo del Estado son, algunas manifestaciones del ánimo belicoso con que los que ejercen poder en Chile están actuando.
La necesidad de una salida política esta en juego. El reconocimiento de una sociedad inteligente puede ser un primer paso. Si además se considera que en ella esta el patrimonio de nuestras sensibilidades humanas profundas, mucho mejor. También tenemos que reconsiderar la grave acusación que hacemos a la dimensión política de nuestras vidas, distinguir el polvo de la paja y valorar nuestra condición creadora. Sentirse atrapado en la sobrevivencia es construir una lectura invertida e idealista. Todos sobrevivimos en la medida en que no tenemos un proyecto de sociedad por el cual vivir y "vivir bien".
El dinero es mal consejero, sobretodo si no se reconoce que quién lo acumula es un esclavo más de sus propias miserias.
Estamos ante una disyuntiva, o que domine el reino de la insensatez o la lucidez de un pueblo.

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